Viana do bolo

Viana do bolo

Hubo un tiempo en el que las empinadas calles del barrio de O Poleiro, las mismas que hoy patean sin rumbo aparente grupos de turistas, retumbaron bajo el sordo martilleo de los cascos de cientos de caballos.
Hubo otro tiempo en el que nobles gallegos y paladines castellanos se disputaron esta plaza para pasear por ella sus corazas bruñidas y sus estandartes multicolores. Fue entonces cuando Viana forjó toda su grandeza, cuando mereció ser nombrada villa y cuando encabezó la comarca del País do Bibei.
Viana se ha empeñado en amontonar en un palmo de tierra, lamido por el Bibei, una amplia muestra de lo que la mano del hombre es capaz de labrar cuando se pone al servicio de su ingenio, de su sensibilidad. Blasones ya erosionados escoltan al caminante a través del laberinto de las viejas calles que conducen al torreón. Algunas portezuelas diminutas esconden lozanos patios en los que reina la quietud. Siguiendo el curso de las callejuelas, el visitante pronto se estrella contra el torreón, la vieja iglesia o el cementerio de La Soledad. Entre los restos arqueológicos que la sitúan en la historia, destaca una plancha de bronce labrada, descubierta en 1728 donde hoy se levanta la villa de Viana, que atestigua la existencia de un pequeño castro, seguramente el primer núcleo de población, según opinión de Otero Pedrayo. En la Edad Media se construyó un castillo, alrededor del que va a girar la vida de Viana. Fernando II encuentra la fortaleza destruida y la reedifica en 1180, repoblando la villa. El castillo y las tierras circundantes, que gozaban de fueros y gobierno propio, pertenecieron a Fernando de Osorio de Castro, de la casa de Lemos, luego a Pedro Enríquez, por una donación de Enrique II de Trastámara, quien la exime de tributos. Posteriormente, Felipe II la erige en cabeza de marquesado a favor de Pedro Pimentel, hijo del conde de Benavente. Estos continuos cambios de dueño originan una serie de enfrentamientos y la destrucción continuada de la fortaleza, que tendrá que ser nuevamente reconstruida en el siglo XV.
La actual fuente de la plaza de la villa -O Pilón- es un monumento conmemorativo de la ejecución de los dirigentes de un alzamiento liberal, en 1830. La iglesia parroquial, reformada a finales del siglo XIX, conserva restos románicos en las ventanas de doble arco de herradura de influencia mozárabe.

El moderno exotismo de Hong Kong

Visitar Hong Kong es visitar una ciudad “exótica” dentro de China, ya que su diseño moderno, debido a que fue una colonia británica, no tiene nada que ver con los atractivos más tradicionales de cualquier otra ciudad china. Es una ciudad moderna, con grandes rascacielos que destacan sobre la bahía y con multitud de posibilidades de ocio. No en vano es actualmente la ciudad que más turistas extranjeros recibe. Debido a esta afluencia de turistas tan grande los hoteles están completos y ademas son caros, por eso nosotros os animamos a que os alojeis en albergues. Los albergues tienen menos prestaciones pero son más baratos, por lo que vuestra estancia en Hong Kong puede resultar más económica.

El Gran Buda se ha convertido en símbolo de la ciudad, una gran estatua tradicional que contrasta con la modernidad de la ciudad. Se encuentra en la montaña de Ngong Ping, uno de los puntos más elevados y desde donde se pueden contemplar unas vistas espectaculares de la ciudad y la bahía. La forma más atractiva de llegar a Ngong Ping es en el teleférico, el trayecto es sencillamente inolvidable.

Más espectaculares aún son las vistas de la ciudad desde el Pico Victoria, la parte más elevada de la isla, donde también se puede llegar en funicular. Además del mejor mirador es uno de los principales puntos de ocio de la ciudad (centros comerciales, bares…). Observar desde esta altura Hong Kong de noche da la completa sensación de estar contemplando Nueva York.

Pasear en barco por la Bahía Victoria es una experiencia espectacular, sobre todo si se hace por la noche, cuando se divisa la postal más bella de la ciudad. Y para las familias que viajen con niños, ¿sabían que también existe Disneyland Hong Kong? Es exactamente igual que Disneyland París pero en una versión a más pequeña escala.

Otra de las actividades más originales en Hong Kong es disfrutar de una cena en Jumbo Kingdom, el restaurante flotante más grande del mundo, que flota en las aguas de la Bahía de Aberdeen. Dispone de varias plantas ocupadas cada una de ellas por un restaurante distinto.
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